jueves, 28 de diciembre de 2023

#68

~Caminante de planos~

Cuando caes, lo haces en picado. Viajas rápido entre los planos de la existencia, y de ti solo queda una preciosa y delicada cáscara que adoro admirar. Cuando estás en el otro lado, tus portales están cerrados para que nada ni nadie pueda molestarte o pasar. Esa preciosa y enorme curva que cierra tu entrada (o salida) y que miro con ansias frustradas para que me deje pasar.

Viajas más rápido que yo, lenta y lastrada por los miles de relámpagos que rebotan constantemente en mi cabeza. Cada segundo, cada minuto e incluso, a veces, cada hora que te veo pasar hace que me pregunte: ¿qué estarás haciendo al otro lado?

Convulsiones y temblores me devuelven la respuesta: todavía estás viajando. Pasas de un plano a otro como los mortales cruzamos la calle; pero tú lo haces más rápido. En un suspiro.

Te imagino recio, impulsado por tus propios sueños, flotando en un mundo de mil colores que solo tú puedes ver; acariciando objetos extraños de los que solo tú sabes de su existencia; viviendo aventuras que no serás capaz de reproducir nunca más.

Cuando vuelves, no recuerdas ni el viaje, ni el camino: es lo que hace que cada uno sea único. Me ves a mí, al lado, molesta y asustada, gimoteando palabras que viajan entre planos: se crean en el sueño y salen en la realidad. Las arrullas despacio, y los dos volvemos a dormir.

A caminar entre planos.



miércoles, 7 de agosto de 2019

Lana, Vert y Trize VI

"Solo yo. Yo, yo, yo, yo, yo, ¡YO! Eres una egoísta..."
Mi cabeza daba mil vueltas a ese pensamiento constante, una y otra vez, sin descanso. Llevaba un rato sentada, reflexionando sobre mí y mi vida en general. Entonces cerré los ojos un momento...

- ¡CÁLLATE! -gritó Lana, una mano en la cabeza, la otra en el cigarro.
- ¿Por qué? Es la verdad, no te das cuenta e-go-ís-ta.
- Para, eso no es cierto.
- ¿No? Cierra los ojos.
En el momento en el que Lana decidió hacerle caso, Vert siguió gritándole con malicia.
- ¡¡TODO DA VUELTAS!! Mira cómo viajas, ¡tu cerebro ahora está al revés!
- ¡No le digas eso! -instó de repente Trize.
Al escucharla, Lana abrió los ojos y giró la silla.
- Pero y tú ¿¡cuándo has entrado!?
- Hace un rato... -murmuró. Al ver que Lana seguía fumando, prosiguió, en su habitual tono calmado y bondadoso- Lana, ¿por qué no le crees?
- ¿Por qué tendría que creerle? A él y no a la sociedad entera que me dice que está mal. Que me miran mal.
- Porque él te dice la verdad.
- ¿¡Cómo lo sé!? Vamos, ya hemos pasado por esto...
- ¿Necesitas alguna otra prueba además de su entrepierna cada vez que le besas un poquito más apasionado de lo normal? -rió Vert desde su rincón, aparentemente divertida.
Lana la fulminó con la mirada.
- Ahí... Tiene razón -se encogió Trize de hombros-, en eso no puede mentir. Te lo ha dicho más de cinco veces, además, ¿tenemos alguna razón para no creerle?
- ¿La tenemos para creerle?
- ¿Pues claro? -preguntaron, casi atónitas, las dos a la vez.
Lana miró al suelo durante un buen rato. Finalmente, abrió la boca:
- ¿Qué...? -vaciló- ¿Qué opinas tú de esto? -se giró hacia Vert.
- Que te rayas. Si no estás bien adelante, cambia. Inténtalo -sonrío con malicia-, pero no miente. No le eches culpas a él, porque no las tiene.
- Solo quiere verte bien, Lana... Dice la verdad -intentó concluir Trize, acercándose a su silla, abriendo los brazos con suavidad.
- "Dice la verdad..." -repitió Lana, apoyando su cabeza en los pechos de Trize- Él dice la verdad.
Trize asintió y la abrazó.
Ninguna de las dos se dio cuenta que para entonces, Vert ya se había ido.

lunes, 8 de abril de 2019

Lana, Vert y Trize V

- ¿Qué... He... Hecho?
Lana murmuraba una y otra vez las mismas palabras, como si de un mantra se tratasen, mientras se tapaba la cara con las manos, como si tuviese miedo de abrir los ojos.
- Lana... -se atrevió Trize por fin.
- ¿Era esto lo que queríamos? -sollozó, cortándole- Respóndeme, ¿no lo hicimos por nuestro bien?
Trize suspiró y midió cuidadosamente sus palabras antes de contestar:
- Sí, Lana... No todas las decisiones que tomamos son inocuas, incluso si lo hacemos porque creemos que nos darán algo positivo -se mordió el labio antes de seguir hablando-, a veces hay que tomarlas en vista al futuro.
- ¿Al futuro? ¿Qué fut...?
Vert, que había estado sentada en su mecedora en la esquina más oscura, chasqueó la lengua:
- Deja de llorar, tía. Literal y metafóricamente. Ya está hecho, ¿de qué sirve lamentarse? Va a ser lo mejor para todas, al menos por ahora, y lo sabes. Es la mejor decisión a corto y largo plazo.
Lana apretó los dedos contra su cara, frustrada. Trize apoyó la mano en su rodilla, acariciándole la pierna, mientras Vert se levantaba, acercándose a ellas.
- Venga, en serio. Vamos... No quiero más drama -ronroneó, dando un suave empujón al hombro de Lana-, además, no estamos solas.
Trize puso los ojos en blanco, negando con la cabeza.
- Podría ser peor -concluyó Vert, sonriendo, disfrutando al ver a su hermana exasperada.
- Siempre puede ser peor -asintió, apuntándole con la cara externa de su dedo corazón.
- Lo he visto -murmuró Lana, rompiendo su silencio. Trize guardó inmediatamente su mano-. Supongo que tenéis razón -vaciló un par de segundos antes de terminar-. Me voy a mi cuarto.
Se levantó y salió a paso acelerado del salón, con la boca tapada con ambas manos. Las dos hermanas restantes quedaron en silencio un buen rato, perturbadas por lo que sabían que escondía.
- Algún día explotará -murmuró Trize para sí misma.
- No debemos dejar que eso ocurra. No podemos... -Vert volvió a dejarse caer en su mecedora, cerrando los ojos, dejando que una vez más, la consumiera la oscuridad del rincón.

miércoles, 30 de mayo de 2018

#67 - Última carta

Pues claro que me acuerdo de ti, que aún te pienso de vez en cuando.
Y recuerdo tus pequeñas manos, tus ojos, tu voz; los susurros por la mañana y las cosquillas en la cama. Sí, aquí estás. Todavía.

Y bueno, qué decirte. Como seguramente ni siquiera leas esto jamás, supongo que puedo extenderme.

La vida me va bien.

Debería empezar por lo que nunca te dije y me callé, porque no lo vi necesario.
Gracias por dejarme sola en medio de una profunda depresión,
por ni siquiera tener la decencia de decírmelo a la cara,
por demostrarme que, según tú, a veces merece más la pena quedarte en el sofá antes que ver a tu pareja.
Está bien, está bien, también hiciste cosas buenas... Pero una relación va de eso, ¿no? De dar lo mejor de ti a la otra persona, y recibir lo mismo. Los números no son lo tuyo, ¿verdad? Porque las proporciones de eso... Estaban completamente desproporcionadas.

Y sí, te he dado las gracias, ¿eh? Porque si de algo me he dado cuenta, era que cuando tus amigos te llamaban "cabrón" era la afirmación más sincera que habían echado por sus bocas en toda su vida.

Y gracias, gracias a ello he conocido a gente maravillosa. Supongo que al fin y al cabo el karma existe, ¿no? Ya he dado bastante, ahora me toca recibir.

Y que el hecho de estar contigo durante un año y pico para que terminase todo así, no sé, me ha ayudado mucho a entender todos los fallos que había de por medio. Todas las veces que me quedaba pensando "¿Por qué ha hecho eso?" y "¿De verdad tanto le costaba hacerlo?" ahora tienen respuesta.


Te deseo todo lo que te mereces, ni más ni menos. Ahí yo ya... No juzgo.

Adiós.

lunes, 26 de febrero de 2018

#66

"No te acerques demasiado, dentro está oscuro y no se puede respirar", te dije, con una mano tapándome el pecho.

Ni caso has hecho, y has empezado a caminar a mi lado. Yo sigo sujetándome la puerta para que no te des cuenta de que dentro, efectivamente, no hay nada; solo un pedacito rojo de cristal. Es mío, soy yo, es lo único que me queda y no se lo daré a nadie.

Yo no veo el tuyo porque aún no me lo has enseñado, no sé qué tienes ahí pero no quiero que me cures, me lo arranques y te lo comas (aún recuerdo el reguero de sangre y la absurda sensación de asfixia que me provocó vivir sin corazón), probablemente escupiéndome después restos de arteria a la cara.

Y no te equivoques: nunca me verás rendirme, mas sí morir poco a poco, dejarme, abandonarme, llorar.
Seguiré siempre viva, aunque ya no lo esté por dentro. 
Seguiré siendo eso, un zombie vagando, buscando corazones en vez de cerebros para rellenar mi vacío.

viernes, 9 de febrero de 2018

Lana, Vert y Trize IV

- Pero ¿¡QUÉ QUIERE!?
Lana daba vueltas, furiosa, por la habitación de Trize; mientras que ésta, sentada en una de las sillas, la observaba aterrorizada.
- ¡¡No lo entiendo!! ¿¡QUÉ QUIERE!?
- ¿Se lo has preguntado? -intervino Vert soltando una risita, sentada en la otra silla con un cigarro en la mano. Lana le clavó la mirada.
- ¡SÍ! Se lo he preguntado varias veces. ¿¡Sabéis la respuesta!?
Trize se tapó los ojos, al borde de un ataque de pánico.
- ¡¡"NADA"!! -chilló.
La muchacha chilló también e irrumpió a llorar, respirando violentamente por la boca.
- Eh... Tía. No, no, venga -Vert se levantó, dejando el cigarro en la mesa, y se puso en cuclillas a las rodillas de Trize-. Mírame. Mírame, Tri-Tri -le cogió las muñecas, intentando apartarle las manos de la cara-, mírame, venga. Ya está, ya está.
Al otro lado de la habitación, Lana, que había estado mirando la pared todo el rato, perdida en sus pensamientos, se dio la vuelta bruscamente.
- ¿Qué le pasa? -preguntó fríamente.
- Le está dando un ataque de ansiedad. Tranquila, tía, venga, ya... Sigue contándonos, Lana.
Vert había conseguido coger la cara de Trize entre sus manos, y le secaba las lágrimas que salían a borbotones de sus ojos azules, ahora completamente enrojecidos.
- ¿Está... Bien? -Lana, algo más calmada, comenzó a caminar hacia ellas muy despacio, casi por curiosidad.
- Sí, sí. Está bien, ¿verdad, Tri-Tri?
Trize cogió el mayor suspiro de su vida antes de intentar hablar.
- Lana... Y-Yo no... Yo no sé, intentamos ayudarte... Pero, por favor... No... -empezó a sollozar otra vez inevitablemente. Vert cogió su cigarro, lo encendió de nuevo y se lo tendió. Trize lo aceptó, dándole una calada y comenzando a toser inevitablemente- No te pongas nerviosa... Tranquila, por favor, así no solucionas nada...
- Mira, prueba así... -Vert comenzó a explicarle cómo intentar no toser. Trize la cortó a la mitad:
- Luego me enseñas. Lana, por favor, continúa contándonos.
- Bueno pues... -carraspeó- Le pregunté que qué quería... Dos veces. O tres. Y me dijo, simplemente, o "no lo sé" o "nada".
- Mm, ya... -murmuró Vert.
- Entonces... -se encogió de hombros- No sé qué quiere de mí. No sé qué puede querer de mí, no tengo nada para darle.
- Sí tienes algo -apuntó su compañera, aún al lado de las piernas de Trize.
- No. Nada -Lana apretó los dientes, mirando a otro lado.
- Lana, sí... Ábrelo -dijo Trize antes de empezar a toser de nuevo, esta vez bastante menos.
- No. Ni hablar.
- Por favor. Vamos a negociar.
Lana la miró, colérica.
- ¿¡A negociar!? ¿¡Conmigo!? ¡Es lo único que me queda, y me lo queréis quitar!
- S... No, a ver... -vaciló Vert- Sí y no. Eso que tienes ahí es de las tres, las tres estamos en esto.
- ¿¡QUÉ!? ¡Vosotras vivís en un puto mundo de luz y de color, no me jodas! 
- Lana, tranq...
- ¡No! Siempre estáis haciendo cosas, tú emporrándote y la otra tejiendo mierdas, ¡que ya no hay mueble aquí que no tenga encima un tapete de lana!
- A ver...
- Os recuerdo que fui YO la que cayó por este puto pozo, vosotras ya estábais aquí con vuestras cosas.
- ¿¡Es que nunca te has dado cuenta de que...!? -empezó a gritar Vert, harta de escucharla, hasta que recibió un empujón en la cabeza de Trize, que la desequilibró y cayó al suelo de lado.
Lana no entendía nada.
- ¿Qué está pasando aquí?
- Vamos a ver... -Trize, algo afectada, hablaba más lento de lo normal. Vert se incorporó, le dio un suave puñetazo a las piernas de Trize y se sentó en el suelo, apoyando la cabeza en ellas-, nosotras estábamos aquí al principio, eso es cierto a medias. Sin embargo no voy a discutir sobre eso ahora, ¿vale? Vamos a intentar resolver o minimizar este problema entre las tres. Ven, cielo, siéntate -le señaló a Lana la tercera silla, que se acercó a sentarse, ya calmada.
- Vale...
Trize fue a pasarle el cigarro a Vert, pero ésta ya tenía otro por la mitad, y se limitó a sonreírle y encogerse de hombros. Trize puso los ojos en blanco y se dirigió a Lana:
- Veamos. ¿Qué puede querer de nosotras?
- ¡Sexo! -exclamó Vert, con un puño al aire.
- ¿Alguna otra idea que no sea una gilipollez?
- ¿Y si de verdad no quiere nada? -murmuró Lana.
- ¿Existe esa posibilidad, en serio?
- No estoy segura...
- ... Yo tampoco.
- Vale -intervino Trize después de un pequeño silencio-, imaginemos que sí, pero entonces si no quiere que le demos nada, es posible que él sí nos dé algo y entonces es posible que...

Al cabo de una hora, Vert se había vuelto a sentar en una silla, Trize estaba enfrascada con la última integral y Lana se sacaba la roña de debajo de las uñas.
- ¡Ya está! ¿Veis? Hay un 70% de probabilidades de que salga bien si nosotras le damos un 50% de confianza total en base a la cantidad de veces que le vemos y/o pensemos en él o estar con él, que suman un total de raíz de dos por cien menos lo que le queda a Lana de corazón más el 17% que hemos predecido que puede ir creciendo si todo va bien, contando con un margen de error del 4%.
- Trize, me he perdido en la ecuación del principio porque no entiendo por qué restaste ese dos en el denominador -Vert se encogió de hombros.
- Bueno... Entonces qué -Lana miró a Trize, impaciente.
- La verdad... -murmuraba Trize, jugando con el rotulador de la pizarra- No estoy muy segura -se echó la melena rubia hacia atrás-. A ver, según los números deberíamos seguir adelante.
- Números -esta vez fue Vert la que puso los ojos en blanco-, nos preguntamos qué quiere él y cómo vamos a actuar en base a eso, pero... ¿Qué queremos nosotras?
Hubo un silencio sepulcral. Se miraron entre ellas, esperando alguna respuesta, que no aparecía.
- Bueno -comenzó Lana-, yo... Creo que quiero "estar". Simplemente, ¿sabéis? No lo sé.
- A ver, pongamos cosas en común -Vert se echó hacia delante, apoyando los antebrazos en las piernas- Yo quiero sentirme bien con una persona y no dormir sola de vez en cuando, cuando se pueda.
- Yo quiero -comenzó Trize- estar tranquila, en el más amplio sentido de la palabra. Quiero tener a "alguien" ahí a quien pueda confiar, a quien darle todo el amor que me sobra. "Alguien" que me ayude a levantarme si me caigo...
- Vale, vale, nos hemos enterado -se rió Vert.
- Bueno, vale... -sonrió ella, ya arrasada por pensamientos idílicos.
- Yo también quiero estar así, la verdad -intervino Lana-. Quiero estar bien con alguien, y quiero que me crezca esto -se señaló el pecho-.
- ¿Y cómo lo tienes ahora, a ver?
Lana se bajó el escote hasta que la puerta se abrió sola. Dentro, un fragmento de cristal no más grande que medio dedo emitía a pulsos una preciosa luz bermellón. Lo sacó con cuidado y lo dejó en la palma de su mano, mostrándoselo a las demás, que observaban cómo las pulsaciones luminosas eran fuertes y desesperadas, como si estuvieran hambrientas.
- Vaya, sí que es pequeño.
- Sí...
- ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con esto?
- A ver. A ver, a ver -se levantó Vert, caminando por toda la habitación con las manos en la cabeza, revolviéndose suavemente el pelo-, podemos intentarlo, ¿no?
- Eh, chicas... -Trize miraba hacia abajo, al infinito- Las tres hemos dicho qué queremos, ¿verdad? Tú quieres un compañero de cama, yo un compañero de vida y Lana simplemente ver qué pasa.
- Sí... ¿Y?
- Que ninguna de las tres ha dicho que queramos querer.
Se volvieron a quedar un rato en silencio, mudas y absortas.
- ¿Queremos?
Ambas miraron a Lana.
- Yo... Yo no siento nada.
- ¿Nada? ¿Nada de nada?
Negó con la cabeza.
- Lo he intentado, quiero decir... Es una persona increíble, y me gusta mucho estar con ella, pero... Ahí no hay nada.
- Pero ¿hay... "Algo" a lo que podamos aferrarnos, al menos? -Trize la miraba, muy preocupada.
- "Time waits for no one" -murmuró Lana- El tiempo. El tiempo pasa muy rápido.
- ¿Eh?
- ¿El tiempo? ¿Y qué?
- El tiempo, no hay tiempo cuando estoy con él, se va, desaparece. Eso nunca me había pasado antes con nadie: el tiempo es tiempo, siempre se desplaza igual, excepto en este caso... -cerró la mano y se colocó con cuidado el trocito de corazón, cerrando la tapa y acomodándose de nuevo el vestido.
- Bueno, es un comienzo, ¿no?
Trize chasqueó la lengua.
- Pero no está bien. ¿Y si -vaciló- no podemos sentir nada aun con ese tiempo del que hablas?
- Pero para eso hay tiempo.
- ¡Arg! Dejad de decir "tiempo" todo el rato, por favor -suspiró Vert llevándose las manos a la cara mirando al techo.
- ¡Es que esta conversación va sobre eso! -protestó Lana.
- Basta, basta... Si no podemos sentir nada con el paso del tiempo, estaríamos mintiéndole, como... No lo sé, ocultándole algo.
- ¿El corazón?
- Sí.
- Quien no apuesta, no gana -concluyó Vert.
- Para ti es fácil, pero ¿va a ser fácil si no sentimos nada?
- No, eso desde luego -murmuró Trize.
- ¿Entonces? No hay respuesta fácil, y esto me aburre mucho.
- Ay, cállate. Mira, Lana, creo que tiene razón -Trize se acomodó para dirigirse a ella, hablando en un tono dulce, y le cogió la mano entre las suyas, acariciándola con la mayor suavidad del mundo-. No va a ser fácil, pero nos quedaría el "¿y si...?", y no queremos eso. La duda es lo peor, y ahí estarás de acuerdo conmigo.
Lana miró a otro lado, admitiéndolo.
- Por eso -siguió Trize- vamos a "intentar intentarlo". Y no eres tú la que no siente nada, es ese vacío -señaló su pecho- que no te deja pensar, ¿de acuerdo? Nos ha tocado una persona muy buena, que...
- Sí, como las anteriores -la cortó Lana.
- Eh, no podemos juzgar a todas las personas igual -interpuso Vert, mirando a Lana con severidad.
- Eso he pensado siempre, y eso es lo que me ha traído aquí.
- Y también es lo que te ha... Sacará.
- Eh... Bueno, claro. Pft.
- Venga, Lana. Vamos a intentarlo. Siempre podemos volver atrás, ya te lo dije -Trize intentaba alentarla sonriendo.
- No quiero hacer daño a nadie -los ojos de Lana se llenaron de lágrimas-, por favor, no...
- No lo vas a hacer, ahora mismo no se lo estás haciendo, ¿no? -frotaba los dedos en su palma, intentando reconfortarla- Ninguna de nosotras. Estamos bien ahora mismo, y querer es algo que viene con el tiempo.
- ¡No quiero querer! -suspiró Lana, enterrando la cabeza en la mano que le quedaba libre.
- Tienes miedo, que es distinto -Vert se acercó, le dio un beso en el pelo y le puso una mano en el hombro-. Nosotras no podemos sentir miedo, solo ayudarte a no tenerlo y mantenerte... Cuerda -sonrió.
- Estamos aquí contigo, y no te vamos a dejar sola -siguió Trize-. Aquí, las tres, hasta que podamos salir.
- Siempre se puede volver atrás, ¿no? -Lana murmuraba las palabras de Trize, como si fuesen su mantra personal.
- Exacto -susurró la otra.
- Pues ya está, ¡todo solucionado! -Vert elevó los brazos, cogiendo aire con una sonrisa en la cara.
- Supongo...
- Venga, que sí -Trize se levantó de la silla, tirando de la mano de Lana-, vamos a jugar a algo y dejamos de darle vueltas un rato, que nos va a sentar muy bien a todas.
- Me pido ser el mando 1 -interrumpió Vert.
- No, ¡que cierras el juego si pierdes! -la acusó Trize, riendo.
Lana se dejaba arrastrar por las dos muchachas hasta el salón, mareada por un torrente de pensamientos. "Habrá que intentarlo, no perdemos nada. Además, es tan... Ah, ¿qué estará haciendo ahora? ¿Cuándo habíamos quedado?".
Sonrió. 
Estaba vacía, pero sonrió.

martes, 6 de febrero de 2018

#65

Creo que ya lo dije:
Caos, caos por todas partes.
Podrías haberte alejado de mí desde hace décadas, pero aún te tengo dentro; un tumor que por mucho que intento extirpar no para de crecer.
Y me dueles,
y aquí sigues.
Lo peor no es eso, sino la enfermedad que después de tanto tiempo has creado; una especie de cárcel de la que no quiero salir.
Si plantas una semilla en una persona, tienes que regarla, cuidarla, mimarla, y el regalo es verla crecer. Tú, sin embargo, la enterraste tan dentro en la tierra que todavía no ha visto el sol y se está empezando a descomponer.

Y te voy a decir que no quise salir,
solo veía cómo poco a poco
me empezaba a pudrir
rodeada de la tierra mojada de tus besos.

Y te voy a contar que tengo miedo de emerger, 
de me queme la luz del sol.
-aquella que necesito ver
para distinguir la realidad
de la caverna en la que he estado viviendo-.

Y te voy a hablar del corazón que has roto,
aunque ya, por supuesto, esté muerto;
Esa cavidad vacía que me has dejado en el pecho,
que habrá ciertas personas que quieran rellenarla
sin saber realmente lo que hay dentro...
... Y eso es por lo que tengo miedo.

Y eso es por lo que no quiero querer,
por miedo a que me hagan daño,
por miedo a confiar,
por miedo al pasado.
Incluso por miedo a ellos: no quiero que se asusten, que salgan corriendo delante de ese corazón hambriento que solo quiere devorar caricias y besos, sea cuales sean su procedencia.
¡Quiero pararlo! No puedo vivir así, dependiendo de un apéndice que ni siquiera existe; tembloroso, parado, oscuro.
Caótico.

Creo que ya lo dije:
Caos, caos por todas partes.
Podría haberlo dejado morir hace décadas, pero supongo que aún puede volver a funcionar; la esperanza de que tenga cura aún me mantiene cuerda.
Y me duele,
pero aquí sigue,
Muerto, podrido, loco... Caótico.